lunes, 16 de agosto de 2010

Violado por las chicas de al lado

Tenía 24 años cuando me sucedió. Era estudiante universitario.
Recuerdo que fue un miércoles cuando Sucy, la vecina, que a pesar de estar en los cuarenta mantiene una apriencia atractiva, me preguntó si podía cuidar a su hija Gabriela, el viernes por la noche, pues ella iba a ir a una fiesta y Jaime, su esposo, estaba de viaje.
Tengo que admitir que, como hombre universitario al fin, tanto a Sucy, como a Gaby me las he ligado de ves en cuando, cuando se doblan a recoger algo, o cuando hay fiesta en su casa, que tiene piscina y están en traje de baño. Y siempre están las fantasias nocturnas con las que me masturbo, pero nunca, repito, nunca tuve la intención que convertirlas en realidad, pues Gaby es más joven que yo, y seria una inmoralidad, y la madre, pues estaba casada, y de todos modos es ya una señora mayor y no está bien. Quería dejar eso claro. Lo que pasó, no fue mi culpa... bueno, no del todo.
Cuando Sucy me preguntó, yo respondí que sí. Yo no tenía planes para ese viernes. Así que el viernes a las siete de la noche ya estaba en la casa de Sucy. La condená estaba vestida con un traje de gala largo que guindaba de dos tirantes de sus hombros. El pecho escotado y la espalda abierta hasta casi la cintura. Se me salieron las babas. Ella me dio unas indicaciones. En eso bajó Gaby, que estaba vestida como si yo no estuviera allí, pantalones piyama cortos de tela lijera y una camisilla, sin sostén debajo. Se veían las siluetas de su tetas en la camisilla.
Ella me saludó, yo la saludé, y entonces baja las escaleras Patricia, una amiga de Gaby, vistiendo un pantalón corto como el de Gaby y una camiseta. Yo no sé que están comiendo estas chicas hoy en día pero el cuerpo de Patricia estaba tan desarrollado o más que el de Gaby.
Sucy terminó de darme las instrucciones en caso de emergencia, bla bla bla y se fue. Las chicas me dijeron que estaban viendo una película en el cuarto de la mamá y subí a acompañarlas.
El cuarto tenía el aire acondicionado prendido, aparentemente desde hacía horas porque hacía bastante frío. La gran película que estaban viendo era Misión Imposible 2, con Tom Cruise, así que las chicas estaban estimulando sus hormonas desde antes de yo llegar.
Gaby fue tan gentil que me trajo un vaso de Coca-Cola con hielo. Ellas se acostaron en la cama a ver la película, yo me senté. Cada vez que salía Tom Cruise, las chicas gritaban como si sufrieran por él. Perdón, pero mientras ellas sufrían con Tom Cruise, yo gozaba ligándomelas. Era imposible no hacerlo. A medida que avanzaba la película, me fue dando sueño y me bajaba más, hasta que terminé acostado. Y de repente me quedé dormido. Hoy, analizando lo que pasó a la distancia estoy convencido de que aquel vaso de refresco que Gaby me dio estaba drogado.
Dedos rozando mis axilas me hicieron despertar, pues siempre he sido super cosquilloso. Pero lo que me hizo abrir los ojos fue que yo no podía encoger mis brazos . Abrí los ojos asustado y vi que las chicas estaban sentadas en la cama a mis dos lados. Gaby me estaba haciendo cosquillas en los sobacos y Patricia estaba acariciando mi pecho y estómago con sus manos. Más bien estaba haciendome un examen con las manos, porque sus manos seguían la ruta que mis huesos le indicaban.
Entonces me dí cuenta de que estaba totalmente desnudo, y amarrado a las cuatro esquinas de la cama. También las dos estaban desnudas. Tengo que admitir que sus cuerpos eran preciosos, tiernos, todo firme y en pleno desarrollo.
- ¿Qué hacen? ¿Se volvieron locas? - fue mi primera reacción. Todavía estaba desorientado por el repentino despertar, pero no me cabía duda de que aquello era real. Gaby me seguía haciendo cosquillas en los sobacos y Patricia me provocaban cosquilleo al rozar sus manos en mi pecho y estómago, y llegó a la cadera.
Gaby se bajó y me dio un beso en el pecho y me pasó la lengua por las tetillas provocándome "placer" confuso. Yo no quería. Yo me sentía en una situación super incómoda y hasta con miedo.
Mientras Gaby me rozaba las tetillas con su lengua, Patricia me hacía cosquillas entre las piernas, haciéndome temblar.
- ¡Paren! ¡No! ¡Me van a meter en problemas! Si Sucy llega y nos ve...
Gaby me cerró la boca con un chupete que provocaron sentimientos contrarios. Por un lado angustia por la amarga situación, pero por otra, la chica sabía lo que estaba haciendo y el chupete fue de lengua profunda y todo.
El bicho se me paró inevitablemente. Yo no quería, pero me sentía insitado de todos modos, y mientras Gaby no me dejaba hablar besándome, y haciendome cosquillas en un sobaco mientras con la otra mano me acariciaba el pecho y las tetillas, Patricia puso una mano en mi parado bicho. Parecía como si lo estuviera estudiando. Su forma. Cuan grueso era. Cuan duro era. Y al rozar la otra mano por la cabeza, descubrió cuan sencitivo era, pues me hizo estremecer, saltando en la cama.
Gaby rompió el chupete y no perdí el tiempo para decirle, temblando y sudando, pues no podía evitar estar excitado por todo esto, a pesar de que sabía de que era algo prohibido:
- ¡Paren ya por favor! Me van a meter en un lío.
Lo que hizo Gaby fue sentarse sobre mi pecho, con las piernas a los lados, abriendo su criquita frente a mi nariz y boca. Ahí que quedé frío. Gaby hizo un gemido cuando exhalé aire encima de la crica, por los nervios. Ella me agarró la cabeza y me la acercó pegando mi boca y nariz a su crica. Aguanté la respiración lo más que pude, pero tenía que respirar, y ella gimió y tembló.
- ¡Lame! - me ordenó.
Eso sí que no. Lamerla sería participación voluntaria en esto y no podía hacerlo. Y no era que me faltaran las ganas. Estaba deseoso de clavar mi lengua dentro de ella, pero no podía.
Mientras Gaby me sonsacaba en mi cabeza, Patri estaba trabajando con mi otra cabeza. Ella estaba jugando con mi bicho. Luego de un rato de acariciarlo, decidió darle una probadita con la lengua y parece que le gustó porque lo siguió haciendo. Yo no podía ver lo que hacía pues Gaby me bloqueaba la vista, pero sentía todo. Me lo lamió muchas veces, estremeciéndome, y luego me lo mamó.
No lo podía creer. Sentía que me lo chupó como si fuera una paleta o una barra de chocolate. Pero por más que me lo chupaba no se derretía, sino que se endurecía más y yo sentía por dentro un corrientazo que iba como sentella hacia esa zona.
- Lame. - me repitió Gaby, halándole los pelos.
- No puedo. - ella gimió con más intencidad.
Yo estaba temblando. La electricidad era super poderosa y toda fluía como la corriente de un río hacia el bicho. Yo sabía lo que estaba por ocurrir, y estaba poniendo toda mi fuerza para que no ocurriera, a pesar de que yo sabía que era indetenible.
Patricia seguía chupándome el bicho como barra de chocolate. ¡Ay Dios, sentía que ella se estaba dando una jartera con él! Como si de verdad ella se lo estuviera comiendo o algo así.
- Lame. - me gritó otra vez Gaby, halándome los pelos con fuerza.
- ¡Ahhh! - grité con dolor, a la misma vez trincándome, aguantando con toda mi fuerza el poder nuclear que quería hacer erupción. El grito provocó gemidos triples de Gaby y sacó la lengua de mi boca que no necesitaba mucha distancia para tocar el clitoris de Gaby. Lo que la hizo gemir más todavía.
Patricia me lo chupaba completito, de arriba abajo, y mientras lo chupaba, me lo acariciaba con la lengua, dándole vueltas... no puedo describir lo que sentía hasta ese momento, porque no podía aguantar más. Estaba trinco hasta más no poder y sentía que si aguantaba más iba a explotar la erupción ocurrió.
Salió como fuente de agua, a presión, dentro de la boca de Patricia. Yo esperaba que sacara la boca y que escupiera, pero en vez dejó la boca y se trago todo lo que salía de mi bicho. De hecho seguía chupando como si fuera un biberón, como si estuviera sedienta. Fue la eyaculación más violenta de mi vida. Lo juro. Ella seguía chupándome el bicho, lamiendomelo, mientras él semen seguía saliendo a chorros. No estoy exagerando. Salía como una manguera de bomberos. Y ella seguía pegá, bebiendoselo todito.
- ¡Lame! - seguía gritando Gaby, apretandome una tetilla con fuerza.
La descarga que todavía seguía en progreso y que mientras Patricia siguiera chupándomelo parecía que no iba a cesar, estaba consumiendo todas mis energías, incluso la fuerza moral, y al Gaby pellizcarme la tetilla me sentí tan explotado que abrí la boca y extendí la lengua, dentro de la crica virgen de Gaby. Ella gimió más. Acostándose para atrás sobre mi cuerpo, sin sacar su crica de mi boca y sin soltar mi tetilla. Yo podía ver la silueta perfecta de Gaby acostada sobre mí, con la espina dorsal erizada, y sus tetas afiladas como dos montañas.
- Lamemela. Mueve la lengua.
Yo la obedecía como un robot. Movía le lengua para los lados, arriba y abajo, adentro y afuera.
El poder de la eyaculación bajaba de intensidad, pero seguía saliendo semen, y Patricia seguía tragando y chupando sin dejar que se le saliera ni una gota. Fue la venida más limpia que jamás he tenido. Y a medida que la fuerza de chorro fue bajando, ella aumentaba la intensidad del chupón porque quería más. Succionaba con fuerza. La leche seguía saliendo, pero cada vez con menos fuerza, y ella chupaba con más. No estaba satisfecha, por Dios. ¿Cuanto más podía tragar?
Y yo seguía dándole lengua a Gaby, quien subía y bajaba acostada sobre mi pecho boca arriba, excitada, gimiendo. La crica se le humedesió. Yo no quería tragarme su leche pero no podía mover la cabeza para ningún lado, y mi lengua estaba ahí adentro. Entonces los gemidos de ella aumentaron. Yo sabía lo que estaba pasando. Estaba apunto de tener su catarsis, posiblemente la primera de su vida. De repente me entró un cargo de consciencia. Estaba desvirginizando a esta niña que probablemente solo está haciendo esto por curiosidad. Pero no podía moverme. No podía hacer más nada. Lo que sí hice fue meterme la lengua en la boca y cerrarla, interrumpiendo la ruta al extasis de Gaby.
- ¡No! No pares. ¡Sigue!
Yo no abri la boca. Ella se sentó de nuevo furiosa y me pelliscó la tetilla con toda su fuerza. No tuve más remedio que sacar la lengua y seguirle dando lengua. Ella volvió a acostarse y a moverse, a gemir, cada vez con más intensidad, hasta que se vino como un río en un huracán y todo fue a parar dentro de mi boca. O lo tragaba o me ahogaba.
Tras su orgazmo, Gaby se quedó acostada, rendida sobre mí. Patricia se dio por vencida, pues mi bicho se cayó, luego de aquella super descarga. Por encima de las tetas de Gaby pude ver que Patricia se secó los remanentes de semen que tenía alrededor de la boca con la lengua, y se veía un tanto inconforme. No estaba satisfecha.
Yo estaba extenuado. Patricia le pidio a Gaby que se rodara. Gaby se rodó acostandose fuera de mi cuerpo, y Patricia gateo, lamiéndome la barriga, el centro del pecho, el cuello, hasta llegar a mi boca, encontrándola abierta, pues yo estaba buscando oxígeno. Me dio un chupete. Tan rico y jugoso como el de Gaby. Ella acostó su cuerpo boca abajo sobre el mío. Sentía su piel pegada a la mía. Sus tetas, firmes y tiernas presionadas contra mi pecho. Con las manos me hacía cosquillas en los sobacos, forzándome a trincar mis brazos, halando las sogas que no podía zafar. Y sin dejar de hacerme cosquillas suaves, me seguía besando.
Las cosquillas me hacían sentir aún más abusado pues no me podía defender. Y entre todas las cosas juntas... estaba acostada sobre mí, sentir sus tetas con mi pecho, su piel con la mía... sus dedos rozando mis sobacos con malas intenciones... sus labios pegados a los míos y su lengua persiguiendo a la mía dentro de mi boca... el bicho comenzó a levantarse otra vez. Y no me había dado cuenta de que ella estaba acostada estratégicamente, para que mi bicho creciera dentro de su crica.
Cuando sentó como entraba en su cueva, me trinqué otra vez, aunque no sé si es posible detener una erección, pero eso era lo que intentaba. Fue inútil. El pipí se levantó rápidamente, y se endureció. Mientras penetraba dentro de ella, gemidos salían de su boca que estaba enchufada a la mía y sentí sus gemidos dentro de mi garganta.
Cuando el palo estaba tiezo como una viga de acero, ella se levantó 45 grados, sus tetas guindando sobre mi, a mi vista, y comenzó a moverse pa tras y pa lante pa rriba y pa bajo, bien lentamente, como si supiera exactamente como hacer que todo fuera más exitante y pecaminoso.
Yo cerré los ojos. Seguía sin poder creer el abuso al que estaba siendo sometido, y no comprendía de donde estas niñas sacaron tanta malicia y energía. Patricia gemía excitada mientras mi bicho friccionaba lentamente dentro de su cueva. Yo halaba las sogas con toda mi fuerza. Eran cuerdas fuertes y muy bien atadas.
Ella seguió con el meneíto por casi cinco minutos que fue que sentí que venía otra erupción nuclear. De la primera ocasión ya tenía todo por dentro resentido, incluyendo el bicho. Pero seguía acumulando presión por dentro, en vías de hacer erupción.
El pelo largo y negro de Patricia acariciaba mi pecho en el meneito. Mis ojos iban de sus preciosas y perfectas tetas al techo, buscando algo que no me hiciera sentir culpable de esta situación.
La combustión intensa siguió acumulándose por cinco minutos más. De no ser por lo lento que ella se movía, la eyaculación hubiera ocurrido hace rato, pero la lentitud hacía que se generara más energía y pretarandose para una explosión super violenta. Pero ya estaba al punto de rebentar. Ella gemía también. Parece que su extasis iba a la par con el mío. Me preguntaba si lo tenía todo tan bien calculado para que ambos hicieramos explosión al mismo tiempo.
Exactamente. Yo exploté dentro de ella y ella explotó al mismo tiempo. Ella gritó se pasión y yo sentía como mis energías drenaban por el bicho yendo a parar a su crica. Y ella se seguía moviendo, provocando más fricción que generaba más erupciones de ambos. Estaba tan intenso, que hasta yo estaba llorando y gritando sufriendo porque ella no paraba de moverse. La niña era insasiable.
Perdó la cuenta de cuantos orgazmos tuvo, pero se que tras uno de ellos se rindió y acostó al lado mío dejando descansar a mi explotado bicho. Yo también quería descansar... pero ese no era el plan de Gaby.
Gaby se me trepó encima con las manos a los lados de mi cabeza y sus tetas sobre mi cara y se agachó presionando sus tetas sobre mi rostro.
- Chúpamelas.
No quería hacer eso, pero ya no me podía recistir más. A estas alturas ya nadie me iba a salvar de pervertir a estas dos niñas, así que abrí la boca y ella me metió una teta a dentro y se la chupé. Ella se lo gozaba, mientras me besaba la cabeza.
Aquella teta sabía a jamón fresco y tierno. Yo también me lo saborié. Con una mano ella me acariciaba el pecho y seguía chavando con las cosquillas en los sobacos.
Por tercera vez en la noche, luego de casi media hora chupándole las tetas, mi adolorido bicho se levantó al recibir las señales involuntarias de mi cuerpo.
- ¡No! - le supliqué. Ya estaba desgastado.
Gaby me sacó las tetas de la boca y se fue a ver lo que tanto le gustó a Patri. Me lo comenzó a chupar. Yo me volví a trincar. Patri, ya reposada se arrodillo, con cada rodilla a un lado de mi cara, con la crica sobre mi cara y el culo sobre mi pelo, y se echó para el frente para acariciarme el pecho y hacerme cosquillas en los sobacos.
- ¡Paren! ¡No puedo más!
Patri gimió exitada con mi grito y seguía acariciándome los lados del pecho, provocándome cosquillas. Gaby me seguía chupando el bicho.
- Dame lengua. - me ordenó Patricia. Yo me recistí, de veras. Pero ella comenzó a hacerme cosquillas con fuerza en los sobacos. Me hizo retorcerme en la cama y sacudirme a todo lo que da y saqué la lengua y se la metí en la crica, gritando.
- ¡Paren! ¡No aguanto más!
Pero ninguna paró. Patri seguía gimiendo, sin bajar la fuerza de las cosquillas a mis sobacos y Gaby seguíua chupándomelo. Me iba a morir si no paraban. Me sacudía y torcía todo lo que era posible por las cosquillas...
- ¿Qué está pasando aquí? - preguntó Sucy, quien llegó a la casa y ninguno de los tres la hoyó. Ella estaba parada en la puerta espantada por lo que estaba ocurriendo en su cama. No es para menos.
Las dos niñas se asustaron y yo también. ¡Yo estaba metido en un problema bien serio! ¿Cómo iba a explicar lo que había pasado?
- ¡No fue mi culpa! Se volvieron locas.
Patricia se levantó de mi, y Gaby dejó mi bicho quieto. Ambas se pararon nerviosas.
- Mami... - trata de decir Gaby.
La cara de Sucy era de temer.
- ¡No puedo creer esta barbaridad! Váyanse a tu cuarto enseguida.
Las niñas salen del cuarto con las cabezas bajas.
- ¡Sucy, perdón! No se cómo pasó. Pero tienes que creerme. Fueron ellas. No fui yo.
Sucy camina hacia el baño quitándose las pantallas, hablando con mal humor: - ¡Que inmoralidad! Si llego a saber esto las dejo en un convento.
Yo me sentía un tanto incómodo porque seguía atado a las cuatro esquinas de la cama y desnudo. Ella caminaba de un lado a otro del cuarto quitándose el reloj y otras joyas. Regresó al baño y se lavó la cara.
Yo estaba tan aterrado que no me atrevía a pedirle que me desamarrara. Creía que en el estado de molestia en que estaba no se había dado cuenta de que yo seguía ahí. En uno de sus viajes de ida y vuelta, al pasarme por el lado dejó caer el traje al suelo quedándo desnuda, solo con el panti puesto. Yo giré la vista al otro lado enseguida. No quería que ni por accidente pensara que me la estaba ligando.
Estaba convencido de que pensaba de que yo era un degenerado. Ella cogió un teléfono inalámbrico y se encerró en el baño.
¿A quién iba a llamar? ¿A la policía?
Escuché el sonido de la ducha. Se estaba bañando. Creía que se le había olvidado por completo que yo estaba ahí inmóvil.
Dos minutos después sonó el timbre de la casa. Sucy cerró la pluma de la ducha y pegó un grito que se escuchó por toda la casa: - Gaby, mira ver quien es.
Escuché una puerta abrirse en el pasillo, Gaby pasó por la puerta del cuarto de Sucy, en donde estaba yo, que estaba abierta, y bajó las escaleras. Escuché la puerta de entrada abrirse y Gaby hablar con una mujer. La puerta de abajo se cerró y Gaby gritó:
- ¡Es Diana!
- ¡Dile que suba! - le gritó Sucy para atrás.
¿Qué? Me pregunté yo. ¡Que suba! Yo aquí amarrado desnudo y la puerta abierta. Pasos en las escaleras. Sucy salió del baño envuelta en una toalla justo cuando Gaby paró en la puerta y la visitante entró al cuarto como si fuera su casa. Yo no sabía qué hacer. Diana, una señora de más o menos la misma edad de Sucy, más o menos igual de bella, se quedó pálida cuando me vio postrado en la cama.
- ¡Ay Cristo!
Sucy le dice super seria: - ¿Viste lo que hicieron nuestras hijas? - y le dice a Gaby: - ¡Vete a tu cuarto y no salgas!
Gaby se sale de la puerta y va a su cuarto.
- Pasa. - le dijo Sucy a Diana.
- ¡Ay Dios Santo, yo no sé de donde esas niñas aprenden esas cosas!
- Pues chica eso es lo que ven en la televisón.
En ese punto, yo seguía tenso. No comprendía por qué me mantenían postrado a la cama. Sería que querían humillarme más. Y de lo que ellas estaban hablando parece que no tenían dudas que las chicas eran las culpables y no yo. Entonces fue que me atreví a hablar:
- ¿Podrían desatarme, por favor?
- ¡Tú te callas pervertidor! - me ordenó Sucy.
El uso de esa palabra me hizo sentir esalosfríos. Dicho en público podría arruinar mi vida para siempre. Un pervertidor de menores es lo peor que puede haber en una sociedad.
Sucy dejó caer la toalla al piso, dejando al descubierto su cuerpazo de cuarenta años (con arrugas y marcas de la vida, pero en buenas condiciones). Yo voltié la cara, pues no quería que me acusara de más nada. Ella se sentó en la cama a mi lado y sentí su mano sobre mi pecho. Entonces me puse frío. Sucy me estaba acariciando con una mano y haciendome cosquillas en los sobacos con la otra. Mientras hacía eso, vi que Diana se estaba desvistiendo delante mío sin ningún reparo y la puerta del cuarto seguía abierta.
- Mira para acá. - Me dijo Sucy enderezandome la cara con una mano, obligándome a mirarla. - No me quites los ojos de encima. ¿Entendido? - El tono de su voz era el de una fiera. Si la desobedecía tenía miedo de que me matara o algo así. Ella seguía acariciándome con una mano y haciéndome cosquillas con la otra y se me acercó más, besándome en la boca.
- ¡Bésame! - me ordenó como víbora, para transformarse en una mujer apasionada. La besé, temblando y llorando. Esto tenía que ser un sueño. Me estaba grajenado con Sucy. Sentí una mano en mi adolorido bicho, y cuando bajé la mirada era Diana que ya estaba desnuda y me lo agarró.
Diana está casi tan esvelta como Sucy, solo que la piel no está tan firme pues no hace los ejercicios que hace Sucy a diario. Diana es una simple ama de casa, mientras que Sucy trabaja.
- ¡No, por favor! - dije por instinto.
Sucy se convirtió otra vez en la sicópata y me metió una galleta:
- ¡Te dije que no hables! ¿Quiéres que llame a la policía?
No, claro que no, pensé. Pero qué era peor, la policía o lo que me estaba pasando.
Diana comenzó a chupármelo. A diferencia de Patri y Gaby, quienes estaban explorando la sexualidad, Diana lo hace con la experiencia que le dan los años de saber exactamente lo que hace y como provocar excitación pero a la misma vez cierto grado de tortura. Si Patri me lo chupaba como una barra de chocolate, Diana me lo chupaba como un Hot Dog. Como si estuviera saboreandose el jugo exterior del Hot Dog.
Sucy se me sentó encima del pecho y me pegó sus tetas a mi cara.
- ¡Mámamelas! - me dijo en un tono cariñoso. No titubié. Le tenía miedo de verdad. Además, esas eran las tetas que todos los jóvenes del vecindario siempre han querido mamar.
Mentalmente no era el mismo caso que las niñas. Aquí es una mujer madura y adulta que me pide que le mame las tetas. Yo levanté la cabeza y le mamé las tetas. Eran esponjosas y blanditas. No duras y firmes como las de las niñas.
Diana seguía chupandome el bicho. Ya sentía la combustión ardiente dentro de mí. Todo por dentro estaba super resentido y me dolía el sentir que la presión aumentaba.
Por eso comencé a gemir y a forzejear con las cuerdas nuevamente, sin dejar de mamarle las tetas a Sucy. Ella cerraba los ojos, disfrutandose el placer que le provocaba que le chupara las tetas.
- Mis pesones, mis pesones.
Mientras se las chupaba, le pasaba la lengua por los pesones y eso la encendía más. A mí también me encendía y eso ponía más duro el bicho que encendía más a Diana y me lo chupaba con mas fuerza siendo todo un ciclo conectado.
Yo comencé a crujir a medida que aumentaba la presión volcánica. Vi por el rabo de mi ojo que las niñas se asoman por la puerta a ver lo que sus mamás me hacían. Sus rostros no era de asombro, si no de alumnas. Estaban estudiando lo que ellas me hacían y como me lo hacían.
Sentía gotas en mi pecho que caían de la crica de Sucy, que ardía por dentro por la mamá de tetas, y si mi bicho se paraba más se rompía. Yo gritaba, crujía, me ajitaba, me sacudía. Incluso levante el arco de mi cuerpo trincándome por lo que corría por mis interiores.
Y todo hizo erupción con más fuerza y fuego que la primera vez que Patri lo hizo. A diferencia de la niña, Diana saca la boca y deja que el chorro salaga como fuente. Sucy levanta la cabeza y abre la boca, sin dejar que yo parara de mamarle las tetas y gran parte del chorro de semen que sale de mi bicho sube y al bajar le cae dentro de la boca a ella. Otra parte le cae dentro de la boca a Diana y lo demás cae sobre el pecho de Sucy y rueda hacia la boca mía. Yo quería cerrarla para que no me entrara mi semen, pero con una mano Sucy me mantuvo la boca chupándome las tetas que se empaparon con mi semen y era inevitable chuparme mi propia leche, que a mí me supo a carajo.
Diana seguía halandome el bicho y la fuente seguía botando leche a todo lo que dá. Por dentro todo me ardía y la imparable erupción consumía mis fuerzas. La eyaculación triplicó el tiempo y la fuerza que la que me provocó Patricia originalmente. Yo veía los rostros de impresionadas de las niñas en la puerta. Patricia se pasaba la lengua por los labios deseando el semen prohibido.
La presión de la leche bajaba lentamente, pero bajaba. Sucy, Diana y yo habíamos tragado galones de leche. Yo por poco me ahogo, con la teta de Sucy en mi boca llena de semen.
Yo no podía soportar más. Respiraba con fuerza, buscando recuperar el aire.
Entonces Sucy se quitó una gomita del pelo y se la dio a Diana: - No dejes que se le caiga.
Diana hizo dos anillos con la goma alrededor del tronco de mi bicho. Al principio no comprendía para qué, pero a los pocos segundo me di cuenta de que la gomita impedía que se ablandara. Era como tener una erección eterna.
Entonces Diana se hizo a un lado y no lo podía creer, Sucy se posisionó sobre mi cadera, conmigo dentro de ella y se acostó completamente sobre mi cuerpo. Era una sensación extraordinaria. Su cuerpo se sentía cabrón sobre el mío, pero mentalmente yo estaba tan agotado que no podía pensar. Sentir mi bicho dentro de su ya húmeda chocha me exitó sin querer queriendo. Ella se transformó en una mujer seductora y me besó en la boca, y yo, sin fuerzas para seguir combatiendo, le correspondí. Fue un chupete hijo de puta, de lengua profunda. Mientras me besaba, me acariciaba los lados de mi cuerpo con las manos y comenzó mover su cadera provocando fricción entre mi bicho y su crica.
Las chicas seguían mirando desde la puerta. Diana se sentó en la cama, al lado de nosotros a mirar también. Ya no sabía ni qué pensar y mi mente estaba fundida. No sabía si iba a poder soportar hacerlo otra vez. Sucy se movía bien lentamente. Simultáneamente meneaba su cuerpo sobre el mío, provocando el rose de sus tetas sobre mi pecho, seguía acariciandome el cuerpo y no sacó su lengua de mi boca ni para coger aire. Sentía que ella estaba respirando a través de mi. Usdando mi oxígeno. Succionándome la vida.
Escuché a Diana decirle a las chicas: - Vengan.
La atención de Sucy no se desvió por la entrada al cuarto de Gaby y Patri. Ella seguía inmersa en el fuego sexual. Se movía más lenta que una tortuga, provocando sensaciones cataclismicas dentro de mi, sin dejar de acariciarme el cuerpo, de mover sus tetas sobre mi piel, ni de succionar mi aliento.
Patri se sentó en el mismo lado en el que Diana estaba y Gaby se sentó en el otro lado. Sus miradas punzantes hacían el momento más intenso.
Yo estaba ardiendo por dentro e hice erupción dentro de Sucy, una explosión nuclear, un chorro de lava a presión corrió de mi interior al de ella. Mi mente ya estaba saturada de impresiones por un día, y todo comenzó a fluir de forma borrosa y flashasos. Sé que Sucy seguía moviéndo la cadera, pero no recuerdo hasta cuando. Sé que las chicas seguían mirando y me vienen imágenes de cada una tomando turnos para violarme, pero llegué a un punto climático a partir del cual no supe más nada.